Noticias desde Tirúa

Küme Wetripantu

(Publicación de Carlos Bresciani, sj.)


Amigos y amigas, un gran saludo renovado de esperanza en este año nuevo que Chaw Dios nos regala.

Este fin de semana hemos celebrado junto a las comunidades wetripantu. Es un tiempo de bendición para todos los hijos e hijas de taiñ kume chaw Dios; de nuestro buen Padre Dios. Muchas comunidades y familias se reúnen en este tiempo para celebrar este tiempo especial.

Nosotros juntos a nuestros vecinos fuimos a Peleco, junto con otros hermanos y hermanas de la Pastoral Mapuche de la arquidiócesis a recibir el año nuevo.
Nos juntamos alrededor de 80 personas y desde las 8 de la noche hasta la mañana siguiente estuvimos haciendo oración junto al canelo a pleno aire libre, junto al lago lanalhue y bajo el cielo que nos regaló lluvia y estrellas.

Dos oraciones marcaron el ritmo de esta noche. Una a las 12 para despedir el año viejo y agradecer a Chaw Dios por sus bendiciones. La otra, y más importante, al clarear el día para recibir el nuevo año.



Fue una noche en torno al rewe y también en torno a la mesa compartida. El fuego calentaba nuestras conversaciones, las teteras hirviendo anunciaban el mate de la historias antiguas. La carne de caballo comida con las manos nos recuerdan los antepasados. Las sopaipillas y tortillas que llegaban a la mesa sin parar hacían memoria de la multiplicación de los panes. El kawinkura o kultrung tocaba y tocaba toda la noche como si el corazón de la tierra quisiera salirse a bailar con nosotros. Los mayores, como Don Teo y la Ñaña Elba entre chedungun y castellano contaban historias de sus abuelos y de los abuelos de sus abuelos. Historias de wetripantu antiguos cuando la tierra era libre y el Espíritu de Dios hacia nuevas todas las cosas.

El sol ya no puede estar más lejos. Ahora comienza su camino de regreso. Los días más largo y las noches más cortas. La tierra se prepara para recibir las semillas que luego darán fruto y pan sobre la mesa. Por eso nuestra oración, de rodillas, ante el voigue y mirando al tripaweantü se eleva para dar gracias por lo vivido en el año que pasó, pero sobre todo para pedirle Chaw Dios que renueve su fuerza sobre la tierra; que nos llene de esperanza para seguir luchando por un mundo más justo. Luchando por la vida y la libertad.

Ciertamente deseamos que las noches de la discriminación, de la exclusión, de la violencia, del sinsentido de políticas públicas que criminalizan las demandas mapuche y producen una situación de enfrentamiento, vayan siendo vencidas por los días y la luz del respeto, reconocimiento e inclusión de nuestros hermanos y hermanas mapuche y de todo aquel ninguneado por la sociedad. Le pedimos a Chaw Dios que prepare la tierra de nuestro corazón para que la semilla de la justicia de frutos abundantes de paz.
Nos acompañaron en esta fiesta, además de nuestros vecinos, gente de Lleu Lleu, Sara de Lebu, Cañete, Tranquepe, Tirúa, Quidico, Pangue, Concepción y Santiago. Entre nuestras visitas ilustres ha estado la mamá de Pablo González, Flor, quien ha venido a celebrar el cumpleaños de su hijo. Así también ha estado este mes con nosotros, Daniel Ziloni, jesuita argentino que está haciendo su Tercera Probación y ha venido a colaborar con nosotros. Hasta nuestro buen Pablo Castro se sumó con unos amigos a esta celebración. Un poco antes de wetripantu también tuvimos una visita muy grata. Nuestro arzobispo, don Fernando Chomalí quiso visitarnos. Estuvo dos días en nuestra casa. Visitamos juntos a nuestros vecinos. Buena conversa y mucha esperanza en una Iglesia más cercana y comprometida.

¿Y qué es el We Tripantu?
Siguiendo el calendario solar, la noche del 21 de junio se produce lo que llamamos el solsticio de invierno.  Es la noche más larga y el día más corto del año.  Prácticamente todos los pueblos del mundo tienen alguna fiesta asociada a esta fecha[1].   Para los mapuches, aunque según calendario se fijó para la noche del 23, más que un día o una noche es una época; es el tiempo de We Tripantu, cuando se nota que los días se comienzan a alargar, se renueva el sol, la luz, la vida, la esperanza.  Los árboles empiezan a brotar.  Los antiguos comparan el alargamiento de los días con los pasos pequeños que dan los gallos, diciendo que el día se alarga kiñe trekan alka.

Esta fiesta se había perdido en la mayoría del territorio.  Había quedado absorbida por al fiesta cristiana de San Juan (la famosa noche de San Juan), a la que se le atribuían –y todavía se le atribuyen- la mayoría de las características del We Tripantu: que es la noche más larga, que esa noche las aguas se renuevan y hay que lavarse y beber agua de vertiente al amanecer, que hay que chicotear los árboles para que den fruto y que hay que esperar despiertos el amanecer.  Los mapuches del mundo urbano fueron los primeros en rescatar el sentido original de la fiesta y poco a poco se ha ido reintroduciendo y revitalizando en las comunidades rurales.  A nadie se le ocurriría hoy día tocar acordeón y bailar cueca como se había impuesto hasta hace no tantos años.  Hoy día sólo se escuchan las trutrukas y kultrunes y todos bailan el purrun.

Pewkayal

Carlos Bresciani S.J.
Encargado de la Misión Mapuche



[1] El pueblo cristiano asoció a esta fecha el nacimiento de Jesús fijando la celebración de la navidad durante la antigua fiesta del sol naciente en el hemisferio norte.  Entre los primeros misioneros de América del Sur hubo quienes propusieron celebrar la navidad el 24 de junio, para revitalizar su sentido original: la fiesta de Jesucristo, el ‘sol que nace de lo alto’.

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